Arizona: Ayuda Para La Tribu Pascua Yaqui Continúa En Marcha

Oficina Nacional  |  30 Junio, 2020
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La ayuda de Tzu Chi para esta señora Pascua Yaqui, que comenzó en 1996, y culminaría con en el regalo de una casa.

Escrito por Pheel Wang
Traducido por  Hernán Goicochea
Editado por Ida Eva Zielinska
Fotos provistas por Phoenix Service Center

En Arizona, existe un pueblo pequeño llamado Guadalupe que queda ubicado a menos de 10 millas de la ciudad de Phoenix, la capital del estado. Guadalupe se considera uno de los pueblos más pequeños del estado, y la mayoría de los residentes son latinos o nativos americanos, particularmente de la tribu Pascua Yaqui. Aunque muchas personas son de familia adinerada, un tercio de la población vive en continua pobreza.

Desde que Tzu Chi estableció el Centro de Servicio Fenix en 1966, los voluntarios han estado ayudando a las familias necesitadas en Guadalupe. Además, brindando ayuda caritativa para los miembros de la tribu Pascua Yaqui cada vez que son referidos por los trabajadores sociales que los asisten.. Sin embargo, en el 2020, debido a la pandemia las necesidades de esta comunidad tomaron un giro diferente

La Trabajadora Social Alma Valenzuela, contactó al Centro de Servicio Fénix, para solicitar donación de víveres. Al mismo tiempo, compartió que los adultos mayores de la tribu, así como las personas quienes sirven a la comunidad (trabajadores sociales, consultores legales y personal de atención médica) necesitaban) necesitaban mascarillas para evitar la propagación del COVID-19.

Inmediatamente, los voluntarios prepararon equipos para la protección personal (PPE, por su siglas en inglés), y mientras lo hacían, recordaron un caso en particular de hace 25 años. Era el de una anciana Pascua Yaqui, a quien conocieron en 1996, poco después de la apertura del centro, cuando los voluntarios comenzaron a visitar Guadalupe con el objetivo de ayudar a los necesitados.

Enfrentando Dificultades Con Positividad y Coraje

Cuando los voluntarios Tzu Chi visitaron por primera vez la comunidad Pascua Yaqui en Guadalupe, encontraron personas que vivían en casas deterioradas, apiñadas con pedazos de madera o cartón y rodeadas de basura. Los residentes también tienen que lidiar con serpientes y escorpiones que ingresan por las paredes de sus hogares, escondiéndose en colchones o debajo de las sábanas.

Mientras pasaban por la basura maloliente acompañado por un trabajador social, visitando a una familia tras otra que necesitaban ayuda. Los voluntarios no podían creer lo que veían, y pensaban: “¿Que algo así sucediera en Estados Unidos?” Luego, se acercaron a unos escombros en ruinas, y precisamente cuando se dieron cuenta que solo era un pilo de basura, la trabajadora social los conducía hacia la entrada de una vivienda, dentro de la cual vivía una anciana diabética con su hija y tres nietas.

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El exterior de la casa es deprimente, y a los voluntarios les resulta difícil creer que alguien viva dentro.

El interior de la casa se encontraba en peores condiciones que su exterior. El techo irregular goteaba cuando llovía, y sin aislamiento térmico, en la vivienda se sentía un calor incómodo durante el día. De hecho, se se sentía como un horno bajo el sol del desierto, y hacía muy frío por la noche, y durante el invierno. Encima de todo, la estructura parecía que iba a colapsar en cualquier momento.

Al entrar a la casa, esperaban encontrar una persona mayor llena de ansiedad. Pero, los saludó alguien que era todo lo contrario. A pesar de las humildes condiciones, esta abuela mantuvo una visión optimista de la vida, fortalecida por su fe en Jesús y la Virgen María, tenía sus retratos junto a su cama.

Su sonrisa revelaba tener un espíritu innatamente fuerte y generoso, que no podía ser derrotado por la enfermedad o pobreza, como suele ocurrir en la cultura indigena americana. Durante la visita, los voluntarios se enteraron de que la anciana era conocida por ayudar a otros que necesitaban más que ella. A veces hospedaba hasta 15 personas, bajo su endeble techo de metal.

Sin embargo, su actitud positiva no podía borrar el hecho de que su casa se encontraba bajo serias condiciones y peligrosas. La familia se ganaba la vida recogiendo materiales reciclables, y al hacerlo, lo almacenaban de manera casual dentro o alrededor de la cabaña. Tal aglomeración había creado un riesgo considerable de incendio y dificultando la movilización.

El espacio reducido también ofrecía amplios escondites para los escorpiones. De hecho, la abuela ha sobrevivido a picaduras en más de una ocasión. Cada vez que un escorpión la a picado, sin quejarse cojeaba al refrigerador para obtener leche (un remedio casero) y regresaba a su cama para cubrirse de la cabeza a los pies y sudar el veneno.

También, esta valiente anciana se encontraba lidiando con algunos problemas de salud. Problemas como la diabetes avanzada que le causaba úlceras e hinchazones en los pies, por lo cual le resultaba difícil levantarse de la cama o sentarse en el inodoro. Peor, no había nadie en casa durante el día para ayudarla.

Ya se había caído en algunas veces. Y aunque tenía un seguro médico proporcionado por el gobierno para emergencias, la anciana necesitaba otros tipos de asistencia. Por eso, los voluntarios Tzu Chi comenzaron a verla después de conocerla.

La ayuda de Tzu Chi incluyó provisiones regulares de alimentos, así como donaciones de ropa, mantas, colchones, sábanas, utensilios de cocina y artículos de limpieza. También, trajeron regalos durante cada celebración de su cumpleaños y le ofrecieron apoyo moral cuando era necesario. A cambio, la abuela tomaba sus manos con fuerza y ​​compartía sus pensamientos, sentimientos y sabiduría. Trataba a los voluntarios con gran calidez, como si fueran sus propios hijos o nietos.

A pesar de sus mejores esfuerzos, los voluntarios que cuidaban de la abuela no podían protegerla de una serie de desgracias. Primero, la hija con la que vivía también tenía diabetes y sufrió una emergencia. La complicaciones de su enfermedad la llevaron a la amputación de dos dedos. Después, tanto la madre como la hija tuvieron problemas de movilidad y la seguridad económica del hogar se vio afectada.

Luego, un dia en 2001, la ciudad emitió una advertencia sobre el estado de su cabaña. Teniendo en cuenta de todos sus desafíos, Tzu Chi USA se comprometió en construir una nueva casa para la abuela y su familia, ofreciéndole el ambiente seguro que merecía y necesitaba.

De La Vida En Una Cabaña A Un Hogar Seguro

Durante la temporada del otoño 2001, los voluntarios Tzu Chi se encargaron de trabajar en las preparaciones del sitio y en la construcción del nuevo hogar. Primero, tuvieron que limpiar la casa y el patio de la basura que rodeaba. Luego, abrieron las paredes, solo para enfrentarse a docenas de escorpiones que salían corriendo.

La parte más desafiante ni siquiera era el peligro de los escorpiones, sino trabajar en el calor extremo, bajo temperaturas que a menudo superan los 100 grados Fahrenheit. Aún así, el equipo perseveró.

Finalmente, en agosto del 2002, Tzu Chi USA completó la construcción de la casa. Un hogar que mide 1.245 pies cuadrados, y que cuenta con paredes de concreto, azulejos blancos limpios, nuevos accesorios de baño, electrodomésticos de cocina y armarios. Aquel proyecto representó diez meses de duro trabajo por parte de los voluntarios Tzu Chi y el equipo de construcción.

Muchas organizaciones sin fines de lucro vinieron y dijeron que nos ayudarían, pero todas desaparecieron. Lo que ha hecho [Tzu Chi] ha superado con creces nuestras expectativas. No todos pueden hacer esto.

El dia que se mudó, su nieta la llevó adentro y muchos de los voluntarios las acompañaron. La abuela tenía 81 años para entonces y tenía pocas expectativas de vivir mucho más. Pero cuando entró a su nueva casa, se quitó los anteojos para el sol y quedó asombrada al ver tremendo cambio. Mirando una y otra vez, nunca antes había vivido en un casa tan hermosa.

El día que se entregó la casa en agosto de 2002, muchos estuvieron presentes para celebrar, y los medios locales informaron sobre la historia.
Rodeada de alegres voluntarios, la abuela Pascua Yaqui se maravilla al ver el interior de la nueva casa que recibió como regalo.

Este proyecto fue apoyado por muchos en la comunidad. Por ejemplo, las empresas de construcción y aire acondicionado donaron materiales, al igual que su mano de obra. Las estaciones de televisión locales también informaron sobre la historia, destacando como los residentes de la comunidad quienes gustosamente donaron por la causa.

Años después, la anciana falleció pero los voluntarios Tzu nunca la olvidaron. Y en el 2020, los voluntarios renovaron su conexión con la tribu Pascua Yaqui como resultado del brote del COVID-19 y las necesidades urgentes que resultaron del mismo.

Renovando la Conexión Entre Tzu Chi USA y la Tribu Pascua Yaqui

Mientras la pandemia del COVID-19 continúa en marcha, el virus también ha provocado pánico en los supermercados. Muchas gente desesperada han ido de compras y dejaron casi sin alimentos a las tiendas. En Guadalupe, las despensa local de alimentos también experimentaron escasez de suministros. Muchos miembros de la tribu Pascua Yaqui son desfavorecidos y dependen en gran medida de las despensas, para conseguir alimentos.

Alma Valenzuela, la trabajadora social que contactó al Centro de Servicio Fenix solicitando asistencia alimentaria, no sabía sobre la casa que Tzu Chi USA había construido. Su acercamiento creó un nuevo y precioso puente entre Tzu Chi y la tribu.

Cuando los voluntarios se enteraron que, aparte de la escasez de alimentos, la tribu también se vio afectada por una gran falta de equipos EPP (equipo de protección personal), respondieron sin demora. El 17 de abril 2020, viajaron a Guadalupe con una donación de 500 mascarillas.

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Voluntarios de Tzu Chi entregan una donación de 500 mascarillas a la tribu Pascua Yaqui en Guadalupe.
La trabajadora social Alma Valenzuela (centro, con una camisa morada) se sorprende al enterarse de la participación de Tzu Chi en la comunidad desde 1996.

Durante la entrega de equipos EPP, los voluntarios comprendieron la situación que enfrenta la tribu. Por un lado, lo que reciben de la despensa de alimentos generalmente consiste solo de productos secos. Por lo que resulta que falten ciertos elementos nutricionales. Debido a eso, los voluntarios decidieron que a partir de ahora, Tzu Chi proporcionará regularmente verduras y frutas frescas.

Esta historia ilustra cómo la ayuda de Tzu Chi muchas veces conduce a conexiones que duran largo tiempo con las comunidades, que florecen y se profundizan con el tiempo. Los voluntarios del equipo que entregaron los equipos PPE se sintieron agradecidos de poder ayudar a los miembros de la tribu a mantenerse seguros durante este momento difícil.

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