Escrito por Pheel Wang
Traducido por H.B. Qin
Editado por Adriana DiBenedetto
Traducido (español) por Gerardo Bonilla
Editado (español) por Maribel Suárez
“Vivo en un sótano en Peck Avenue. Lo perdí todo; mi cama, toda mi ropa estaba empapada en agua”. El poderoso remanente del huracán Ida dañaron o destruyeron las pertenencias de Hsing Fu Wang. “Cuando fui a limpiar al día siguiente“, dijo, “¨me encontré con una voluntaria de Tzu Chi, ella llamó al centro de servicio y me dio USD$300 en ayuda de emergencia. Realmente me emocioné mucho. No tenía nada en ese momento, mi único alimento era un pan de molde, que me dio mi vecino. Fue tan trágico“.
El Sr. Wang y muchos sobrevivientes habían perdido mucho esa noche. Al reunirse con los voluntarios, recordaron sus aterradoras experiencias.
“Mi hija, se sentó en la cama y dijo con miedo ‘mamá, no tenemos a dónde correr. ¿Vamos a morir aquí?’” Relató una madre de familia con tres hijos, que solo podía ver cómo subía el agua de la inundación en su sótano. “Mi esposo vigilaba la entrada por donde ingresaba el agua, usando su cuerpo para impedir que siga avanzando. Nunca había estado tan desesperada en mi vida.”
Otros de los sobrevivientes que escaparon a la calle descubrieron que la inundación avanzaba rápido llegando hasta sus narices mientras una mujer arrastró a otra persona y la puso a salvo.
Los voluntarios de Tzu Chi, se movilizaron rápidamente después del desastre, turnándose para evaluar las áreas inundadas en Queens, para así ayudar con los esfuerzos de limpieza de la comunidad y realizar una distribución de alimentos calientes.
Yang Lee, fue uno de los voluntarios que asistió en la brigada de socorro. “La inundación fue al menos así de alta”, explicó señalando una mancha en el primer piso de una casa. El agua había subido a un nivel más alto de su estatura. Muchos sobrevivientes, se quedaron en sus casas inundadas, al no tener a dónde ir. “Las casas todavía están mojadas y se puede oler el moho“, dijo Lee. “El suministro de gas todavía no se ha restablecido. Muchos de ellos no han podido ducharse desde la inundación. Y no sabían cocinar; la comida es un gran problema. A veces reciben donaciones de comida y son alimentos congelados, pero no tienen lugar para calentarlos”.
Los voluntarios sintieron tristeza al enterarse de las experiencias de los sobrevivientes. El 8 de septiembre, la región noreste de Tzu Chi, llevó a cabo la primera distribución de ayuda por inundaciones, atendiendo a 26 familias. Otra segunda distribución se realizó el 11 de septiembre, beneficiando a 61 familias impactadas y la tercera distribución el día 18 del mismo mes.
“Hoy estamos llevando a cabo otro evento de distribución porque son vastas las áreas afectadas y muchas personas se ven afectadas. Todavía tienen una gran necesidad de ayuda”, indicó SanSan Chiang, voluntaria de Tzu Chi quien también se había movilizado, junto a otros voluntarios, el siguiente día del desastre para brindar ayuda financiera y contribuir en los esfuerzos de limpieza.
“Ellos me dieron una tarjeta en efectivo de USD$1,000 que usaremos para comprar colchones y marcos de cama, ollas arroceras, todo lo que necesitamos”. La casa de Feng Mei Hu, se inundó casi hasta el techo. Las manchas de barro se adhirieron a la pared firmemente, mientras la luz del sol las secaba. Sin embargo ahora, finalmente contaban con unos fondos disponibles para ayudar a adquirir lo esencial. “También conseguimos mantas y mascarillas. Los voluntarios fueron muy considerados; ¡de hecho tenemos estos!
Otra madre, con un niño quería usar su tarjeta de efectivo para alquilar una casa y comprar una mesa con sillas. El Sr. Wang llegó al sitio de distribución con una bicicleta empapada pero no rota. “Hoy los voluntarios me dieron otros 300 dólares, quiero comprarme algo de comida. Quiero abastecer la alacena de comida.”
Mientras hablaba con los voluntarios, el Sr. Wang comenzó a llorar de repente, claramente conmovido. Expresó cómo, en 60 años, nunca había experimentado este tipo de ayuda, y ciertamente no de extraños. “Tengo tanta suerte de conocer a Tzu Chi”, dijo. Su alivio era evidente mientras se ponía el casco y se alejaba pedaleando.
Estamos tratando de que todo el vecindario se entere de esto y brindar una mejor y más completa ayuda.
Yang Lee, voluntario Tzu Chi