Tzu Chi ayuda a sobrevivientes y afectados por incendio forestal

Región Noroeste  |  13 Octubre, 2022
Baba Kauna Mujamal (izquierda), voluntario de Tzu Chi Chico, entrega una tarjeta prepagada a Mike Story, sobreviviente del incendio McKinney. Foto/Changming Rong

Escrito por Jennifer Chien
Traducido y adaptado al español por Gabriela  Barzallo
Editado por M. Carolina Saheli

El 29 de julio de 2022 se desató el incendio McKinney en el Bosque Nacional Klamath, extendiéndose por California y Oregón, y quemando más de 60,000 acres de tierra. Cuatro personas perdieron la vida, 185 estructuras resultaron envueltas en llamas y 11 sufrieron daños. La mayoría de los edificios destruidos se encontraban en la comunidad de Klamath River. Cuando el incendio fue controlado y la zona asegurada,  los voluntarios de la Región Noroeste de Tzu Chi USA evaluaron los daños y distribuyeron $21,000 beneficiando a 57 personas afectadas por la catástrofe.

La primera distribución de ayuda luego del incendio McKinney lleva esperanza a una comunidad cercana

El Incendio McKinney se desató el 29 de julio de 2022 en el Bosque Nacional Klamath, extendiéndose a lo largo de la frontera entre el norte de California y el sur de Oregón. Curtis Sexton, quien estaba a cargo de la torre de agua, fue la última persona en escapar de la comunidad de Klamath River antes de que el fuego se propagara. Mientras buscaba refugio, Curtis documentó cómo las llamas incendiaban las montañas, mientras se alejaba de su casa en el área quemada.

Los voluntarios de Tzu Chi evalúan los daños en la zona de desastre después del incendio McKinney. Fotos/Changming Rong

La distribución realizada por Tzu Chi benefició a personas que fueron afectadas por el incendio. Una de ellas es Jess Smith-Rowe, quien contó su experiencia. “Empaqué mis cosas. No fue hasta que una ola de fuego bloqueó mi camino, y estaba envuelto en fuego, que me di cuenta de que era muy  lento para escapar. Casi me muero quemado”, les decía a los voluntarios.

Jess guió a algunos voluntarios cuando regresó a su hogar. Todavía recordaba con claridad la tragedia. “Este es mi Cadillac. Solía estar estacionado junto al lago. Llovió mucho después del incendio, la tierra se deslizó e inundó todo, hasta la carretera”.

Vecinos cuidando a vecinos

Antes de la distribución de alivio para desastres, tres voluntarios de Tzu Chi Chico en el norte de California, Baba Kauna Mujamal, Suzanne Morrison y su hija Jessica, dejaron de lado su proyecto de reconstrucción del Camp Fire y se trasladaron al Centro de Asistencia Local de Yreka. Al llegar, evaluaron las necesidades de los afectados por el Incendio McKinney, mientras los consolaban y los registraban para que pudieran recibir ayuda.

Posteriormente, el equipo de voluntarios de Chico se involucró en el proceso de seguimiento del desastre. Fue la primera vez que participaron en la misión de socorro, realizando varias actividades, desde evaluar las necesidades inmediatas luego del desastre, hasta la distribución de las tarjetas prepagadas.

Las voluntarias de Tzu Chi Chico, Suzanne Morrison (de pie) y su hija Jessica (sentada), prestan su servicio a los sobrevivientes del incendio McKinney. Foto/Changming Rong

Días después de que el equipo de Tzu Chi Chico terminara el registro de los sobrevivientes del desastre en Yreka, la voluntaria Suzanne Morrison recibió una llamada de Sharon Geers, de 85 años preguntando: “Mi vecino está a punto de perderlo todo. Todo el ganado que crió pereció en el incendio y aún no ha recibido ayuda. ¿Puedo transferirle mi tarjeta prepagada?

Suzanne le dijo que notificara a su vecino a que hiciera la solicitud para que Tzu Chi les distribuyera tarjetas prepagadas a ambos.

Ustedes son muy sinceros. Nos han ayudado de maneras inimaginables.

Otra sobreviviente del incendio fue Maeve McLaughlin. Explicó a los voluntarios que tenía que trabajar el día del desastre y pensó que las llamas no llegarían a su casa, por lo que no trajo mucho consigo. Aunque perdió su hogar, estaba agradecida por su comunidad. “Nuestra comunidad es muy especial. Es una comunidad pequeña con pocas personas en donde todos los vecinos nos cuidamos unos a otros”.

Maeve también agradeció a Tzu Chi y a los voluntarios por ayudar a los residentes de esta pequeña área montañosa.

Organizaciones como Tzu Chi nos apoyan y dan una mano en situaciones en las que nos sentimos indefensos.

Las necesidades básicas son muy costosas

El 29 de agosto, un equipo de 11 voluntarios de Tzu Chi partió hacia Yreka, desde diferentes lugares como Chico, San José, el Área de la Bahía de San Francisco, California Central y Portland, Oregón. El viaje más largo duró más de seis horas. Al llegar a su destino, los voluntarios se reunieron en el Centro de Asistencia Local de Yreka para la primera distribución de ayuda ante el desastre del incendio McKinney.

El equipo de voluntarios de Tzu Chi atiende a los sobrevivientes del incendio McKinney en el Centro de Asistencia Local de Yreka el 29 de agosto. Foto/Changming Rong

Más del 90% de los registrados para la distribución llegaron a recibir la ayuda. Los voluntarios explicaron cómo activar las tarjetas prepagadas y compartieron la historia de Tzu Chi, explicando que los fondos que reciben provienen de donaciones hechas a las alcancías de bambú que Tzu Chi distribuye a personas de todo el mundo.

Los voluntarios de Tzu Chi registran cuidadosamente a cada beneficiario mientras preparan su tarjeta prepagada. Foto/Changming Rong

La filosofía de Tzu Chi conmovió a la gente que la escuchaba mientras agarraban su tarjeta prepagada, la manta ecológica y la alcancía de bambú que recibieron. A pesar de la incertidumbre y pensar en el futuro, las personas agradecieron a los voluntarios de Tzu Chi por brindarles su apoyo cuando más lo necesitaban.

Minjhing Hsieh (derecha), director ejecutivo de la región norte de Tzu Chi USA asiste con atención a los sobrevivientes del incendio MckInney durante la distribución. Foto/Changming Rong

Los sobrevivientes del incendio McKinney también compartieron sus historias de terror y las pérdidas que sufrieron. Curtis Sexton mostró a los voluntarios videos e imágenes en su teléfono, describiendo cómo había logrado escapar del fuego infernal. Desafortunadamente, la casa de Curtis y sus pertenencias fueron destruidas en el incendio. Curtis todavía tiene miedo.

Curtis Sexton muestra a los voluntarios videos y fotos que documentan cómo logró escapar del incendio McKinney. Foto/Changming Rong

Curtis organizó una recaudación de fondos en línea, en donde describió con impotencia: “Mi hogar se redujo a cenizas. Tuve que volver a comprar productos básicos de supervivencia como abrelatas, utensilios, muebles y vasos, y me di cuenta de lo costosos que son estos artículos”. Por fortuna, la tarjeta prepagada de Tzu Chi lo ayudará a reponerse de este desastre.

El voluntario Baba Kauna Mujamal (izquierda) explica a Curtis Sexton (derecha) cómo activar la tarjeta prepagada de Tzu Chi. Foto/Changming Rong

Un pueblo pequeño con mucha compasión

El Centro Comunitario de Klamath River, construido en 1940, y sede de las reuniones comunitarias y distribución de alimentos para las familias de bajos recursos, fue destruido por el incendio. Mike Story, el administrador del centro, dijo a los voluntarios que reconstruir la estructura tomaría dos años.

Luego del desastre, la comunidad necesitaba un espacio para continuar con la distribución de ayuda a los necesitados. La comunidad de Klamath River debía instalar una carpa grande y resistente para reanudar las operaciones normales. Una vez que los voluntarios de Tzu Chi entendieron las necesidades de la comunidad, prometieron que Tzu Chi brindaría ayuda adicional.

A pesar de los momentos desafiantes que la comunidad enfrentaba, sus miembros se concentraron en apoyarse unos a otros.

Juan Castillo, quien perdió todo en el incendio, se hospedaba en casa de un amigo. Para ambos esto se sentía cada vez más como una carga. La asistencia de Tzu Chi lo ayudó a resolver algunos de los problemas que enfrentaba.

“Sus tarjetas prepagadas son el mejor regalo de Dios. Acabo de encontrar un sitio de alquiler y necesitaba comprar muchos productos de necesidad básica. Gracias”, exclamó Juan. Después de escuchar que la voluntaria de Tzu Chi, Baba Kauna Mujamal, leyese la carta de condolencias de la Maestra Cheng Yen, la fundadora de Tzu Chi, a Juan se le llenaron los ojos de lágrimas.

El voluntario de Tzu Chi Chico, Baba Kauna Mujamal (derecha), lee la carta de condolencias de la Maestra Cheng Yen a Juan Castillo (izquierda). Foto/Changming Rong

Beverly, de 80 años, es como la abuela a la que toda la comunidad le tiene cariño. Siempre se preocupa por las familias necesitadas de esta comunidad, cocina y comparte comida caliente con sus vecinos. La distribución de tarjetas prepagadas de Tzu Chi hizo que los residentes se reencontraran. Muchos se alegraron al ver a Beverly, celebrando que ella y otros miembros de la comunidad estén sanos y salvos.

Un residente de la comunidad abraza con alegría a Beverly (derecha), también residente de Klamath River. Ambos se alegran haber podido escapar del incendio. Foto/Changming Rong

Al abrazar a los voluntarios de Tzu Chi durante la distribución, Beverly mencionó con tristeza: “Nuestra comunidad es muy unida y siempre nos apoyamos mutuamente. Es desgarrador que el incendio casi  quemara la mitad de esta”. Jess Smith-Rowe les dijo a los voluntarios: “Aunque somos un pueblo pequeño, todos son valiosos para nosotros. Sus tarjetas prepagadas tienen un valor muy especial para mí y para mis amigos afectados por el desastre. Gracias por venir, han hecho mucho por nosotros”.

Viviré aquí hasta el día de mi muerte. Espero que mi familia se quede con esta casa. Hay muchos recuerdos felices de todos nosotros aquí.

Voluntarios de Tzu Chi de varios lugares prestan su servicio a los afectados por el incendio McKinney en la primera distribución de ayuda el 29 de agosto. Foto/Changming Rong

El incendio McKinney quitó la paz a los residentes de esta zona montañosa. Aún así, el apoyo mutuo de los vecinos, la ayuda oportuna de Tzu Chi y la solidaridad fortalecieron la fe de los residentes en el proceso de reconstrucción, el mejor antídoto para sanar heridas espirituales del estrés postraumático que dejó el desastre.

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