Escrito por Scarlett Liu
Traducido y adaptado al español por Gabriela Barzallo
Editado por M. Carolina Saheli
La brisa otoñal que acompaña septiembre en Seattle se opacó por el humo contaminante a causa de un incendio forestal. Sin embargo, esto no detuvo a los voluntarios de Tzu Chi de Seattle, Washington, EE. UU., que llegaron con suministros a la segunda ceremonia de graduación del programa de reintegración social Justice Involved Solutions en el campus de Georgetown del South Seattle College, la segunda en persona luego de la pandemia.
Alrededor de 30 estudiantes, familiares, instructores y nueve voluntarios de Tzu Chi llegaron el 17 de septiembre a celebrar la ceremonia número 101 del programa de reintegración social Justice Involved Solutions, del cuál, un total de 18,679 personas se han graduado.
Con un discurso, el Sr. García, superintendente de los instructores, dio la bienvenida a los estudiantes, familiares e invitados. Recomendó a los estudiantes a que se esforzaran, se mantuvieran conectados con la comunidad y escucharan las necesidades de los demás.
Cada ceremonia de graduación es el inicio de un nuevo capítulo de la vida. Los voluntarios de Tzu Chi alentaron a los estudiantes a no retroceder ni darse por vencidos ante las dificultades, y a permanecer en el camino correcto. “El edificio 101 en Taiwán fue alguna vez el edificio más alto del mundo. Pero como la infraestructura global continúa innovando, la fama de este edificio se va desvaneciendo. Lo mismo pasa con los seres humanos, necesitamos seguir avanzando y no quedarnos en el mismo lugar”, les dijeron los voluntarios a los estudiantes.
El Sr. García llamó a cada estudiante a recoger su diploma y un regalo. Llenos de alegría y emoción, los estudiantes recibieron el diploma de manos del instructor.
Uno de los egresados, Oliver Rosales, dijo que la participación en el programa le cambió la vida, le enseñó diferentes perspectivas, y le dió esperanza. Su madre también participó en la ceremonia, y al ver que la vida de su hijo ha cambiado de manera positiva, se sintió muy orgullosa y agradecida.
Oliver mencionó: “Agradezco participar en la ceremonia de graduación. Mi madre está feliz y orgullosa. Seguiré esforzándome”.
Ray McVay es otro estudiante de posgrado de 71 años. Su esposa falleció hace varios años por Alzheimer. Sin embargo, eso no le quitó el entusiasmo por aprender. Eligió enfrentar la vida de forma positiva, estudiar y trabajar mucho. Estaba muy agradecido por esta oportunidad y se conmovió hasta las lágrimas al recoger su diploma.
Keri Borys se graduó del curso “Habilidades de la Vida para Trabajar” en junio. Dijo que los voluntarios de Tzu Chi son las personas más amables que ha conocido, y trajo a su hija a esta ceremonia para que los conociera.
Keri mencionó: “Este curso me ayudó a entender mis hábitos pasados, me enseñó cómo tomar mejores decisiones para el futuro y me ofreció amor y apoyo. Me conmoví mucho con la canción ‘Love and Care’ que sonó al inicio de la ceremonia, me devolvió el sentimiento de inocencia e hizo darme cuenta del valor del tiempo. Estoy agradecida de escuchar esta canción”.
El graduado Robert McMurray fue liberado de prisión hace 96 días. Por recomendación de Michael Florez, ex recluso y actual instructor del curso, Robert participó en el programa de reintegración social en Seattle. Para él, este curso fue como una madera a la deriva en medio del océano, es decir, una oportunidad de cumplir una meta y renacer. Recibió un aforismo Jing Si en la última ceremonia, que leyó varias veces para comprenderlo en totalidad y lo conmovió mucho: “Nada es imposible si tienes confianza, perseverancia y coraje”.
Robert compartió: “Los altibajos de la vida no son un ‘fracaso’, sino oportunidades de crecimiento. Ser capaz de superar las dificultades es el verdadero significado del coraje”.
El graduado Michael Florez salió en libertad hace 592 días tras cumplir una sentencia de 21 años. Cerca del final de su sentencia, Michael casi pierde la vida debido al COVID-19. Después de salir de prisión, no hubo nadie a su alrededor que lo apoyara. Afortunadamente, conoció al Sr. García y a Tzu Chi, quienes le otorgaron muchos suministros de emergencia. Desde entonces, ha seguido el camino de crecimiento, cuidado y altruismo en gratitud a Tzu Chi.
“He asistido a clases con la compañía de los voluntarios de Tzu Chi, quienes nunca preguntaron por qué fui a la cárcel ni dudaron de mí. Me brindaron su confianza, e hicieron darme cuenta de mis capacidades. Sin su apoyo, tarde o temprano, habría vuelto a la cárcel”.
Estoy profundamente agradecido con Tzu Chi, con el Sr. García y con todos mis compañeros de clase. Construir una amistad genuina con los demás no es fácil. Su apoyo ha hecho que ya no me sienta solo.
El camino a la reintegración social puede compararse con una rosa: los contratiempos y las dificultades del principio son similares a un tallo espinoso. El ascenso, es decir, volver a la escuela, está lleno de espinas y cicatrices, que desafían la persistencia y el coraje. La oportunidad de asistir a la universidad y recibir orientación laboral es como hojas verdes de esperanza. Finalmente, con el apoyo de maestros y compañeros, aparece un camino hacia adelante y los alumnos se convierten en hermosas flores.
Somos muy afortunados de compartir la sabiduría de la Gran Maestra con la gente. El karma nos lleva a la vida de los demás para iluminarlos, empoderarlos y ayudarlos a descubrir su fortaleza. Como dijo la Maestra, cuando pedazos de bondad se acumulan con el poder del amor, la vida se vuelve infinita.
