Escrito por Christina Chang
Traducido por Melody Cao
Editado por Diana Chang, Ida Eva Zielinska
Traducido (Español) por Gerardo Bonilla
Editado (Español) por Maribel Suárez
El número de casos confirmados de COVID-19, estaba en aumento en muchas partes de California a finales del 2020. En respuesta a la situación, en la tarde del viernes 4 de diciembre, cinco condados en el Área de la Bahía de San Francisco, anunciaron una nueva orden, de quedarse en casa. La misma comenzaría dos días después, específicamente a las 10:00 p.m. del domingo 6 de diciembre.
“Tememos que sea inconveniente salir después de la implementación de la orden de quedarse en casa, así que tenemos que darnos prisa y entregar los suministros esenciales, antes de que la orden entre en vigencia”, explicó Emily Polivka, una de las voluntarias de Tzu Chi en Silicon Valley. Polivka, se uniría en una misión de ayuda para los residentes de casas rodantes, que se estacionaron junto a una línea de ferrocarril en Mountain View, una ciudad en el condado de Santa Clara, California.
Los voluntarios de la región noroeste de Tzu Chi USA, en dos ocasiones habían visitado la comunidad improvisada, para determinar mejor las circunstancias y necesidades de los residentes. Los voluntarios, se preparaban para entregar ayuda a los hogares desfavorecidos, los días cerca de Navidad, la mayoría de los cuales eran para familias de bajos ingresos o indocumentadas. Sin embargo, con un cierre inminente por varias semanas y con el clima frío que descendía cada vez más, era hora de cambiar los planes a toda velocidad y adelantar de forma dramática la fecha de distribución de socorro.
Fue entonces, que el equipo de Tzu Chi, respondió de inmediato a la llamada de Emily Polivka, para recolectar los artículos básicos, que se distribuirán en la mañana del sábado 5 de diciembre, prepararon los paquetes de atención, los cuales fueron entregados esa misma tarde por nuevo voluntarios, un día antes de que entrara en vigencia la orden de quedarse en casa. Los voluntarios, quedaron con la esperanza de que estos suministros esenciales ayudarían a los residentes durante el frío invierno que se acercaba.
En total, distribuyeron 30 bolsas de suministros y mantas ecológicas Tzu Chi junto con 17 chaquetas. Cada paquete de cuidado contenía champú, gel de baño, jabón, desinfectante de manos, mascarillas, calcetines, pasta de dientes, cepillos de dientes y dos paquetes de fideos y arroz instantáneo Jing Si.
Una historia Dentro De Cada Casa Rodante
Esta comunidad, surgió desde inicios de la pandemia, justo después de que la ciudad de Mountain View, designó un tramo de carretera a lo largo de la línea ferroviaria que atraviesa la ciudad, como un lugar seguro para estacionar casas rodantes. La mayoría de los residentes, que viven en estas casas rodantes son originarios de América Latina y todos tienen su propia historia al venir a perseguir el sueño americano.
Joaquin, quien vive en una pequeña y vieja casa rodante, llegó a los Estados Unidos por su cuenta hace 20 años y habla inglés con fluidez. Aún así, solo puede encontrar trabajos temporales para ganarse la vida. Debido a la pandemia, los ingresos de Joaquin han disminuido drásticamente. No obstante, este hombre estaba muy agradecido, por la manta y la chaqueta, que recibió de parte de Tzu Chi, ya que la temperatura nocturna en esta área puede descender por debajo del punto de congelación en estos días. Además, Joaquin también es consciente de las necesidades de sus vecinos y estaba contento con la ayuda que estaban recibiendo por lo que les expresó: “Estoy muy agradecido de que nos hayas traído ropa para mantenernos abrigados en momentos tan difíciles”.
El espíritu comunitario de Joaquin se había hecho evidente incluso antes cuando, con mucho gusto, se ofreció a traducir del español al inglés a los voluntarios para ayudarlos a comunicarse con los residentes y aprender sobre su situación de vida durante una visita anterior. Esta vez Joaquin, continuó brindando su ayuda, mientras distribuían los paquetes de ayuda.
Otro de los casos fue el de Víctor, de 88 años, uno de los beneficiarios de la ayuda, y a quien los voluntarios, conocieron cuando iban de casa en casa para distribuir los suministros. Tanto el hijo como la hija de este anciano viven en El Salvador, pero Víctor no quiere regresar debido a los disturbios de su país natal por lo que lleva ya ocho años viviendo solo en su casa rodante. Afortunadamente,esta comunidad cuenta con buenos vecinos como Joaquin que lo cuidan.
Cuando los voluntarios de Tzu Chi, le dieron una manta y un paquete de atención, Víctor le expresó las gracias en español, aprovechando la oportunidad para agradecer la ayuda que recibe de su amable vecino por lo que terminó diciendo: “Y ahora, me entregan estos artículos esenciales del día a día, para ayudarme. Yo se lo agradezco mucho”. Mientras Joaquin traducía con lágrimas en sus ojos y con voz llena de emoción.
Otro de los ejemplos es el de Blanca quien también vino sola a Estados Unidos desde El Salvador. Debido a la barrera del idioma, Blanca tiene oportunidades laborales limitadas por lo que solo trabaja cuatro horas a la semana. Pero esta mujer hizo lo mejor que pudo con sus limitados recursos, logró traer a su hija y cuatro nietos a los Estados Unidos desde El Salvador. La familia acababa de reunirse apenas el día anterior en la comunidad de casas rodantes.
Fue entonces cuando el 5 de diciembre la familia recibió ayuda de Tzu Chi, para aliviar considerablemente algunas de sus grandes necesidades, Blanca, se sintió profundamente conmovida. “Estamos realmente bendecidos”, exclamó, luego deseó lo mismo a los voluntarios, diciendo: “Que Dios les traiga más bendiciones y les dé más oportunidades para dar en el futuro. No tenemos recursos aquí; Estamos muy conmovidos por sus esfuerzos para traernos estos suministros esenciales”.
Ida, es otra residente de esta comunidad que vive sola y llegó a Estados Unidos, desde Perú hace varios años. Aunque Ida tiene un trabajo a tiempo parcial, cumplir con las deudas de fin de mes en Silicon Valley es difícil, ya que el costo de vida es muy alto. Durante su primera visita, los voluntarios prometieron llevar una manta ecológica para ayudar a mantenerse abrigada por la noche, pero Ida, estaba en el trabajo, cuando llegaron a su casa rodante. Finalmente, en esta tercera visita, Ida recibió la manta y el paquete de cuidados de los voluntarios “Realmente se los agradezco; Muchas gracias”, exclamó Ida, sonriendo.
Cuando Michael, quien también vive aquí por su cuenta, vio a los voluntarios de Tzu Chi, repartiendo suministros a los residentes de las casas rodantes, se acercó a preguntar si él también podía obtener ayuda. Al ver que solo estaba usando una camisa en el frío, los voluntarios inmediatamente le dieron un paquete de atención lleno de suministros esenciales y un saco de dormir (sleeping bag). Michael, solo habla español, pero con ayuda de traductores, les comunicó a los voluntarios que hace bastante frío por la noche cuando está durmiendo por lo que exclamó: “Estoy muy agradecido de recibir este saco de dormir”.
Los voluntarios encontraron más de 30 casas rodantes, estacionadas en el área mientras avanzaban por la calle. Todos los residentes originarios de América Latina. Algunos subsistían con los ingresos de trabajos temporales, mientras que el resto no tenía ningún empleo. Muchos residentes compartieron sus historias con los voluntarios al tiempo que expresaban sus necesidades más urgentes.
Otro de los casos, que vieron los voluntarios fue el de una madre soltera con un hijo de tres años y una hija de 18 meses, esperando conseguir pañales. A otra mujer le faltaba papel higiénico, el cual escaseaba durante la pandemia. Una pareja, que solo cuenta con trabajos temporales esperaba conseguir una chaqueta para su hija de seis años. Mientras que un estudiante, que llegó recientemente a los EE.UU. y ahora vive con su madre, estaba desesperado por encontrar una estación para cargar su computadora portátil. En su casa rodante no tiene ninguna y necesitaba participar de sus clases de la escuela secundaria que se ofrecen en línea (online).
Cuidado Reconfortante Que De Seguro Continuará
No cabe duda, que la mayoría de las personas, cubren sus necesidades básicas diariamente, y en algunos caso no valoran lo que tienen, lo que es diferente, para los residentes que viven en esta comunidad que enfrentan los desafíos de la vida diaria. En dos semanas, un equipo de 19 voluntarios, se movilizó y completó tres visitas aquí. Además, la ayuda que proporcionaron fue estratégicamente oportuna y llegó antes de que entrara en vigor otra orden de permanencia en el hogar de una semana de duración.
Emily Polivka, voluntaria de Tzu Chi, y quien dirigió la misión, lo resumió diciendo: “La ciudad está a punto de cerrarse. La gente está preocupada sin saber qué hacer. Estoy muy agradecida, de que nosotros, los voluntarios de Tzu Chi, nos hiciéramos cargo de nuestra propia familia y también ayudamos a las personas necesitadas en la comunidad de casas rodantes “.
Antes del anochecer, mientras Mountain View, se preparaba para el cierre por el coronavirus, una brisa invernal barría la calle localizada al lado de la vía del tren. Había motivo de alegría dentro de las casas rodantes estacionadas allí, los residentes ahora, disfrutar de fideos calientes o arroz instantáneo Jing Si, mientras, se cubren con las acogedoras mantas ecológicas que les brindaron. De esta forma pudieron sentir ternura en sus corazones, supieron que no estaban solos cuando les ayudaron a satisfacer sus necesidades en momentos difíciles.
Después de completar esta distribución, los voluntarios, ya estaban planificando los siguientes pasos en esta misión de ayuda: obtener más información sobre los residentes de la comunidad para evaluar completamente las necesidades, establecer casos de atención individual y lanzar asistencia a más largo plazo. Con su amor y apoyo, misiones como esta pueden continuar y prosperar para brindarle atención a más personas necesitadas.
La vida puede ser larga o corta, pero las acciones virtuosas realizadas con genuina sinceridad crean hermosas melodías de vida.
Aforismo Jing Si por la Maestra del Dharma, Cheng Yen