Escrito por Qihua Luo
Adaptado al Español por JuanMa Bonilla
Editado por M. Carolina Saheli
Luego de conocer las necesidades de los sobrevivientes, Tzu Chi planifica su primer evento de distribución de ayuda por el huracán Ian a realizarse durante la mañana del 15 de octubre de 2022. Con esto se va a llevar suministros esenciales a 94 familias beneficiarias de la Asociación Cristiana de Migrantes de Redlands (RCMA, por sus siglas en inglés).
Un equipo de voluntarios liderados por el director Sean Lo, realizaron el viaje al Centro de Desarrollo Infantil RCMA de Arcadia para ver la ubicación y confirmar los detalles. Así, se aseguraron que el evento de distribución del 15 de octubre se realice de la mejor manera posible.
RCMA se reune con Tzu Chi
El Centro de Desarrollo Infantil RCMA de Arcadia, Florida el 11 de octubre de 2022. Foto/Qihua Luo
La RCMA fue fundada en 1965 y se ha convertido en un modelo a seguir muy reconocido en cuanto al cuidado de niños y padres de familia. La organización se preocupa mucho por el bienestar de niños que pasan sus días en los cultivos de vegetales al sur de Florida, en entornos hostiles, a veces mortales para ellos. Hoy en día, la RCMA tiene 66 centros de cuidados para niños, 19 hogares asociados de cuidado infantil familiar, dos escuelas chárter y varios programas extracurriculares en 21 condados de Florida. También se encargan de proveer todo lo necesario para desarrollar el aprendizaje de los niños, desde asistencia médica hasta útiles escolares. RCMA adopta un enfoque holístico que se preocupa por el niño en su totalidad y sus situaciones individuales únicas.
La relación de RCMA con Tzu Chi comenzó con el huracán Irma en 2017, cuando Tzu Chi contactó al Sr. Jay Robinson, asociado de desarrollo de fundaciones y corporaciones de RCMA, y las dos organizaciones comenzaron a trabajar juntas.
Muchos de los beneficiarios de RCMA fueron afectados de diversas formas por el desastre. La mayoría de las familias se quedaron sin electricidad y los suministros de alimentos y agua también se convirtieron en una preocupación. Viendo esto, la RCMA desarrolló un plan de suministro de alimentos y agua para las próximas 12 semanas. Para poder brindar la ayuda a mayor escala, el Sr. Robison le escribió a Tzu Chi para pedir apoyo.
Tzi Chi respondió inmediatamente y ambos acordaron realizar la distribución en el área del condado DeSoto donde se habían experimentado daños por las inundaciones. Luego de recibir la lista de ayuda, Tzu Chi no perdió tiempo y preparó todo para la distribución el 15 de octubre.
Continúa la inspección en el condado DeSoto
Gloria Padilla, gerente de relaciones comunitarias de RCMA y miembros del personal Hilaria Cuevas e Irma Chappa le dieron una cálida bienvenida al equipo de Tzu Chi al Centro de Desarrollo Infantil Arcadia de RCMA.
Gloria Padilla ha estado trabajando con RCMA durante 14 años y cuando habló sobre las tarjetas prepagadas que Tzu Chi provee se conmovió mucho, “Ni siquiera tienen dinero para comprar medicamentos”, dijo. “Estos pocos cientos de dólares pueden ayudarlos a resolver tantos problemas”.
Esta es la segunda vez que un huracán daña la casa de Tiare. Se mudó aquí en 2005 después del huracán Charley en 2004. Su casa resultó muy dañada, pero dice que es afortunada de tener un trabajo y un seguro de vivienda. “Estoy triste, pero tengo suerte en comparación con las familias que RCMA ha ayudado”, expresó.
Marisol vive en una casa de tres cuartos con sus padres, su hermano y tres gatitos. El huracán Ian arrancó el techo de la casa y tuvieron que reemplazarlo con un plástico temporal. La madre de Marisol trabaja como profesora para la RCMA. La familia sueña con mudarse a una casa más grande con más espacio, pero afortunadamente no requieren nada inmediato, aparte de reparar el techo.
Luego de salir del Centro de Desarrollo Infantil, el equipo de investigación se trasladó por la zona para documentar más a detalle el impacto del desastre. En el trayecto, pasaron de casa en casa y se encontraron con una mujer que sacaba pedazos de muebles y los ordenaba. Ella saludó a los voluntarios y luego de escuchar lo que estaban haciendo por la comunidad, los invitó a pasar a su casa. Mientras caminaba, se lamentaba recordando su acogedora casa que ahora se encontraba destruida por las inundaciones. Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos cuando le dijo al equipo que no sabía cómo iba a vivir, pero que aún creía que todo mejoraría poco a poco.
Cuando los voluntarios se preparaban para irse, vieron un cartel que decía “Hogar, dulce hogar” colgado en la entrada. “Lo puse para recordarme a mí misma que debo tener esperanza, mantenerme feliz”, dijo.