Volviendo a Clases con el Corazón Abierto

Región Noroeste  |  22 Febrero, 2022
Voluntarios de Tzu Chi en Silicon Valley organizaron una donación de “regreso a clases” para estudiantes en East Palo Alto. Fotografía/ Christina Chang

Escrito por Christina Chang
Adaptado al español por JuanMa Bonilla
Editado por Maribel Suárez

“Me gustan mucho estos zapatos,’’ dice una niña mientras levanta su pulgar arriba a los voluntarios de Tzu Chi en señal de aprobación a su nuevo calzado. Ella se prueba sus nuevos zapatos rosados brillantes, camina un momento y les da vida con su emoción. La pequeña se retira alegremente de la mano de su madre, ilusionada por lo bonito y cómodo de sus nuevos compañeros. Momentos como estos son los que llenan los corazones de los voluntarios de Tzu Chi.

Una niña estudiante se pone felizmente un par de zapatos rosados y agradece alegremente a los voluntarios de Tzu Chi con un pulgar arriba. Fotografía/ Christina Chang
Zapatos para los niños de familias de escasos recursos en East Palo Alto. Fotografía/ Christina Chang

El 11 de septiembre del 2021, los voluntarios de Tzu Chi en Silicon Valley, al norte de California, organizaron una actividad de “donación de regreso a clases”, para estudiantes provenientes de familias de escasos recursos que residen en la comunidad de East Palo Alto. Los voluntarios de la comunidad, prepararon cuidadosamente los paquetes para estudiantes de distintas edades. Durante la actividad se pudo evidenciar el gran corazón de todos los participantes de esa localidad, la comunidad quienes con mucha gratitud, recibían y, al mismo tiempo, brindaban su apoyo a otros.

El personal del distrito escolar proporciona  a Tzu Chi una lista de las familias que han sido afectadas por la pandemia, para que los voluntarios tengan claras las necesidades de cada hogar y dar el apoyo adecuado. Durante estos años tan particulares, los voluntarios han colaborado con más de 60 familias con ayuda financiera y donación de materiales para 82 estudiantes.

Persiguiendo un sueño contracorriente del COVID-19

Hace muchos años, los padres de Alma Romero López, una estudiante de secundaria, emigraron de Guatemala y se establecieron en la comunidad de East Palo Alto. Por mucho tiempo el padre era el unico sustento económico de la familia.

Cuando llegó la pandemia, el padre de Alma se enfermó lo cual lo obligó a ausentarse del trabajo durante todo el período de cuarentena y tratamiento. Luego, el padre de Alma se tuvo que quedar trabajando medio tiempo y el ingreso de la familia se vio fuertemente afectado por ser la única fuente de ingreso del hogar y bajó el estado de animo de todos.

Gracias al apoyo incondicional de los voluntarios de Tzu Chi, quienes se mantuvieron pendientes de la comunidad, las familias salieron adelante con la asistencia de corto plazo. Alma, su madre y sus hermanos llegaron el día de la actividad en el colegio y recuerdan con mucho cariño la ayuda de los voluntarios de Tzu Chi. La madre de Alma, que solo habla español, les dice con lágrimas en sus ojos:

Cuando toda nuestra familia estaba bajo cuarentena domiciliaria, ustedes (los voluntarios de Tzu Chi) no solo brindaron asistencia financiera, sino que también llamaron de vez en cuando para saber cómo estábamos. Se comunicaron con nosotros a través del traductor y escucharon pacientemente nuestras necesidades. Muchas gracias.

El día de la actividad, la madre de Alma y sus tres hijos hablan con los voluntarios de Tzu Chi recordando la ayuda que les brindaron. La madre de Alma, que sólo habla español, se limpia las lágrimas de los ojos. Fotografía/ Edward Hwang.

Alma, formó parte de los voluntarios de ese día y ayudó a sus vecinos de la comunidad que solo hablaban español a comunicarse con otros voluntarios. Ella dice con mucha seguridad, “Crecimos juntos en la pandemia, y también podemos enfrentar el desafío de superarla juntos”.

Los voluntarios de Tzu Chi ayudan al hermano menor de Alma a probarse sus zapatos nuevos. Fotografía/ Christina Chang

Una pequeña con gran corazón

Lucinda Madrid, una madre de la comunidad, llevó a sus tres hijas para recibir unos materiales donados por la fundación Tzu Chi. Arianna de 5 años, la hija de en medio, sostenía en sus manos una alcancía de bambú llena de monedas. Ella se acercó a uno de los voluntarios y vació su alcancía dejando caer todas las monedas en una bolsa mientras decía con una sonrisa tímida, “Esta es mi donación.”

Arianna guardaba sus monedas todos los días con el deseo de regalarlas por una buena causa. Vemos todas sus monedas en una bolsa preparada por una voluntaria de Tzu Chi. Fotografía/ Christina Chang.

En mayo de 2020, cuando la situación de la pandemia se había puesto crítica, Arianna recibió una de estas alcancías con un paquete de asistencia de parte de Tzu Chi. Al igual que muchas familias de la comunidad, el padre de Arianna se enfermó y tuvo que dejar su trabajo. En esa época Tzu Chi les envió tarjetas de efectivo las cuales ayudaron a mantenerse estable durante este período de crisis.

Arianna, agradecida y con ganas de ayudar a más personas de su comunidad, comenzó a guardar las monedas que le sobraban cada día. La ayuda que recibió de los voluntarios de Tzu Chi, le dejó la inquietud de querer asistir a las personas que se encuentran en la misma situación que ella vivió esos días de mayo.

Lucinda, menciona que cuando ellos estaban en problemas, los ahorros y alcancías de otras familias fueron lo que permitió que los voluntarios de Tzu Chi pudieran proveerles con la ayuda que necesitaban durante la emergencia. Ellos decidieron sumarse a la iniciativa para devolver ese amor a sus vecinos.

“Es como si toda nuestra familia estuviera con los voluntarios de Tzu Chi para ayudar a quienes necesitan apoyo. Todos en nuestra familia están agradecidos por las tarjetas de efectivo que nos dio Tzu Chi, que realmente nos ayudaron mucho.

Arianna, la pequeña, dijo que donar el banco de bambú con el cambio acumulado de todos los días es para extender el amor y la bondad. Fotografía/ Christina Chang

La voz de las familias hispanas necesitadas

Elizabeth Inoslaoza se mudó de Chile y llegó a vivir al Bay Area en San Francisco hace unos años atrás. Al principio, su habilidad para escuchar y hablar inglés no era muy buena, por lo que tuvo que enfrentar ciertos obstáculos. Elizabeth, no se rindió y logró inscribirse en una escuela de lenguaje para aprender bien el idioma y superar sus barreras.

Luego de un tiempo, se unió a la Fundación Tzu Chi para ayudar a otros. Así fue cómo, durante la pandemia de COVID-19, participó activamente en eventos de distribución, atención telefónica de los voluntarios y en el envío de mensajes de texto en español para ayudar a los beneficiarios de la fundación. Gracias a sus labores, Elizabeth logró convertirse en un puente de comunicación entre las familias de habla hispana y los voluntarios de Tzu Chi.

Elizabeth tradujo la situación de las personas de habla hispana a los voluntarios de Tzu Chi, ayudando a establecer esa conexión necesaria. Fotografía/ Christina Chang

Me siento como la voz de las familias de habla hispana para que cuando necesiten ayuda, puedan expresar sus necesidades. Puedo ayudar a las familias a romper la barrera del idioma y conectarlos con Tzu Chi”

Elizabeth se unió al servicio voluntario de Tzu Chi durante la pandemia y trabajó como intérprete. Fotografía/ Christina Chang

Cuando se ayudan unos a otros

El lugar de distribución “Regreso a clases” de Tzu Chi se ubica en Costano Elementary School, una escuela en East Palo Alto. Los voluntarios de Tzu Chi de la comunidad Sunnyvale brindan mano de obra cada semana para ayudar con la entrega de los bienes. Gracias a esto, las familias beneficiarias pueden llegar a recibir sus materiales para el colegio y comida al mismo tiempo.

Los voluntarios platicaron con cada familia para conocer su situación actual e invitarlos a formar parte de las actividades de distribución. También se tomaron el tiempo para preguntar a cada niño su talla de ropa y sus colores favoritos, con la esperanza de poder entregar a los alumnos lo que más les gustaran.

La voluntaria de Tzu Chi, Hsiu Ju Hsieh, le dijo a Christopher, un estudiante de último año de secundaria, que puede solicitar una beca de Tzu Chi y también le pueden brindar asesoramiento para aplicar en una universidad. Fotografía/ Eduardo Hwang.

Gracias a estas actividades y a las huellas que dejan los voluntarios de Tzu Chi en la comunidad de East Palo Alto, podemos ver cómo las personas se unen para crecer juntos. Cada uno de los voluntarios y miembros de la comunidad encuentra en su corazón la felicidad de dar a otros lo que ellos una vez necesitaron. Así es cómo en East Palo Alto se regresó a clases con el corazón abierto, poco a poco sobreviviendo juntos.

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