Escrito por: Shuli Lo
Traducido y editado al español por: Gabriela Barzallo
Editado por: Gabriela Guandique
Muchos niños en Tijuana, una ciudad ubicada en la frontera entre México y Estados Unidos, enfrentan barreras significativas para acceder a una educación formal debido a la pobreza, la falta de documentación adecuada o dificultades familiares. Las estadísticas oficiales del gobierno mexicano revelan que amplios sectores de la población de Tijuana carecen de la educación necesaria para competir en la economía de rápido crecimiento de México. Según datos de 2020, 453,000 personas, aproximadamente el 32.4% de la población de Tijuana, contaban con educación de secundaria. Por otro lado 378,000, personas, equivalente al 27% de la población, habían completado la educación preparatoria o bachillerato general, mientras que 270,000 personas, el 19.3%, tenían únicamente educación primaria. Además, 13.8% de los residentes en Tijuana poseían un título universitario o superior, lo que evidencia una preocupación significativa por la falta de educación en la región.
Los niños que actualmente no están inscritos en programas de educación formal enfrentan un futuro desafiante y pocas oportunidades para escapar del ciclo vicioso de pobreza en muchos vecindarios de Tijuana. Sus vidas están atrapadas, en un ciclo de escasa esperanza y limitadas perspectivas para el futuro. Afortunadamente, conscientes de la gran necesidad, los voluntarios de Tzu Chi de Estados Unidos se han hecho presentes para brindar ayuda. Con un fuerte deseo de apoyar a las personas necesitadas, han tomado la determinación de transformar la vida de los niños que carecen de acceso a la educación formal.
Con este propósito en mente, han establecido el “Aula de Esperanza” en las instalaciones de Tzu Chi en Tijuana. Este programa recibe de manera gratuita a aquellos niños que están fuera del sistema educativo, al mismo tiempo que les proporciona almuerzos para aliviar las cargas económicas de sus familias.
En el Aula de Esperanza, los niños deben esforzarse por ponerse al día con su trabajo escolar. Afortunadamente, los voluntarios les brindan su ayuda, y trabajan mano a mano con los maestros para organizar y planificar el programa humanístico de Tzu Chi, y además de avanzar académicamente, también aprenden sobre la bondad, la compasión, la alegría, la ecuanimidad, y el cultivo de la gratitud, respeto y amor en sus vidas. Cada aspecto del programa se planifica activamente para que los niños puedan tener una perspectiva correcta y positiva de la vida, ampliar sus horizontes y visualizar un futuro más prometedor.
Una cálida revelación en la clase de arreglos florales
El 25 de enero de 2024, temprano en la mañana, un grupo de voluntarios partió desde Los Ángeles con destino a Tijuana para llegar a la clase de arreglos florales de las 10:00 a.m. en el Aula de Esperanza. Los voluntarios tenían que llegar a las 9:30 a.m. para preparar el aula y las flores para los 60 estudiantes y padres. Para tener todo listo, habían viajado al centro de Los Ángeles el día anterior para comprar flores y prepararlas para una experiencia memorable y significativa para los estudiantes.
En un vecindario donde la vida es difícil y la falta de alimentos es la norma, enseñar a hacer arreglos florales es casi un lujo. El propósito de la clase es darles a los estudiantes esperanza y enseñarles que aún pueden encontrar belleza y esperanza incluso en medio de las dificultades. A través de los arreglos florales, aprenden que aunque la vida está llena de sufrimiento, aún necesitan tener la capacidad de sentir la verdad, la bondad y la belleza del mundo. Como dijo la maestra de arreglos florales de Tzu Chi, Lingling Hsu: “Quizás sea un poco incómodo que vengamos a esta escuela a impartir una clase de arreglos florales mientras los niños no tienen suficiente para comer, para vestirse y no tienen acceso completo a la educación. Pero venimos aquí porque los niños viven una vida tan difícil, ¿y no hay esperanza? Es hermoso tener sueños, y lo que traemos es darles un hermoso sueño”.
La quema de basura se ha convertido en un grave problema en Tijuana. Para ayudar a combatir este terrible problema, los voluntarios diseñaron cuidadosamente jarrones hechos con botellas de plástico desechadas para transmitir el concepto de reciclaje de desechos y protección del medio ambiente. Como los ramos de flores hechos por los niños se enviarían al día siguiente a un hogar de ancianos para alegrar el día de los residentes sin familia, maestros y estudiantes meditaron y dieron gracias juntos antes de arreglar las flores. Mientras tanto, al acercarse el Año Nuevo Chino, Lingling Hsu eligió claveles rojos para representar el amor maternal; su color y significado animan las festividades del año nuevo y muestran amor por los miembros mayores de la familia. Guiados por la maestra, los estudiantes completaron el arreglo floral cada paso con atención. Gradualmente, los ramos de flores se levantaron sobre los escritorios, todos increíblemente hermosos. Los estudiantes nunca habían arreglado flores antes y todos estaban contentos con su trabajo.
Un estudiante llamado Isaac miró su arreglo floral y sonrió. Pero detrás de esta sonrisa alegre hay una madurez precoz. Su padre es adicto a las drogas y vive con su tío. A pesar de tener quince años, solo tiene educación hasta tercer grado y ha estado fuera de la escuela durante muchos años. Es un joven alto y siempre es el primero en levantar la mano cuando los maestros piden voluntarios porque no quiere que otros experimenten la misma impotencia que él sintió antes. Responde a la prueba del destino ayudando a los demás, diciendo: “Quiero ayudar a los demás. Hubo un momento en que nadie me ayudó. Con suerte, con mi ayuda, pueden cambiar”. Isaac trabaja en la sede a cambio de comida, y todos creen que cambiará su vida en este ambiente de aprendizaje y trabajo estable.
Visita a ancianos del área
Al día siguiente de la clase de arreglos florales, los voluntarios y los estudiantes de Tzu Chi visitaron la Casa Hogar La Rumorosa A.C., una organización privada dedicada al cuidado y protección de ancianos. Su directora, Marta Elena Mendoza, se mostró agradecida por la visita de Tzu Chi, y dijo: “La presencia de los miembros de la Fundación Tzu Chi es muy buena para nuestros abuelos; los llenan de alegría”.
Debido al clima frío, las ventanas y puertas del centro estaban bien cerradas. Los voluntarios y estudiantes fueron recibidos con un fuerte olor medicinal tan pronto como entraron en la habitación. Pasaron por un pasillo y llegaron a una habitación poco iluminada con una fila de sofás viejos a cada lado de la pared. Algunos de los residentes estaban sentados en los sofás, todos sentados anticipando la llegada de Tzu Chi.
La llegada de los niños repentinamente vitalizó e iluminó a los abuelitos. Sus ojos se iluminaron y sus rostros se llenaron inmediatamente de grandes sonrisas. Al sonido de música suave, los niños les entregaron las flores que habían arreglado cuidadosamente el día anterior. Cantaron canciones, brindaron masajes a quienes tenían músculos adoloridos y repartieron abrazos a todos.. Los jarrones de flores trajeron color y vitalidad a la habitación. ¡Hubo una atmósfera feliz y armoniosa, con risas que resonaban en las paredes!
Ismead, un graduado del Aula de Esperanza de Tzu Chi, sintió algo de dolor después de visitar el centro de ancianos: “Lo que veo aquí es que muchas familias abandonaron a sus padres porque los niños han olvidado lo que sus padres han hecho por ellos”. Las pequeñas manos de los niños, tomadas suavemente por los residentes más prominentes, enviaron cálidos cuidados a los ancianos. Todos los presentes pudieron sentir que todavía hay amor en este mundo y que todavía hay personas dispuestas a enviar calidez y sonrisas a cada rincón del mundo.
Es un pequeño gesto de nosotros para cuidarlos y enviarles flores, pero no se sentirán solos. Estos adultos mayores no tienen familia ni lugar donde vivir; afortunadamente, pueden vivir en la casa de ancianos. Lo que está haciendo la Fundación Tzu Chi nos permite tener un tiempo feliz con ellos.
Ismead
Graduado del Aula de Esperanza de Tzu Chi
Según una cita de la sección de Usos Ceremoniales del antiguo Libro Chino de Rituales, “Cuando prevalece el gran camino, el mundo es una comunidad en la que los gobernantes son seleccionados según su sabiduría y habilidad. Se promueve la confianza y se cultiva la buena vecindad. Por lo tanto, las personas no consideran a los padres solo como sus padres ni tratan a los niños solo como sus hijos. Se asegura que haya provisiones para los ancianos hasta la muerte, empleo para los no discapacitados y medios de crecimiento para los jóvenes, mientras que viudas y viudos desamparados, huérfanos y solitarios, así como enfermos y discapacitados, son bien cuidados”. Sin embargo, miles de años después de que se escribiera ese pasaje y después del increíble desarrollo material de la sociedad humana, esa visión aún no se ha realizado completamente. Los recursos materiales han sido abundantes para todos los seres humanos, pero la brecha entre ricos y pobres se ha vuelto enorme. En las comunidades pobres, todavía no hay apoyo para los ancianos y los jóvenes.
Muchos sociólogos ya han señalado que el progreso de la civilización en la sociedad humana comienza con la incapacidad de una persona para trabajar. Debido a que no pueden trabajar, necesitan la ayuda de otros. El desarrollo de los derechos de los trabajadores y la seguridad social se debe en parte a la preocupación y protección de quienes han perdido su capacidad para trabajar. Los voluntarios de Tzu Chi están comprometidos a ayudar a los desfavorecidos y a proteger a los adultos mayores solitarios y a los niños fuera de la escuela. Este cuidado asegura que los adultos mayores puedan envejecer con una vida colorida y que los niños fuera de la escuela tengan acceso a la educación, dándoles un futuro brillante. Dar sin miedo es como salvar a todos los seres para salvar el propio corazón; la compasión y la misericordia son la luz del Buda que brilla cálidamente en el mundo.