Entrevista realizada por Lin Cixuan y Lai Jiteng
Escrito por Li Chenglin
Adaptado al español por JuanMa Bonilla
Editado por Carolina Saheli
La comida siempre ha sido algo sumamente importante para cada uno de nosotros como seres humanos. Es la fuente de energía que utilizamos para realizar las actividades de cada día. A pesar de esto, muchas personas pasan hambre, generalmente por problemas económicos. Es por esto que Tzu Chi fundó un Centro de Servicios en Phoenix, Arizona en 1995, donde se distribuyen platos de comida cada semana.
Por casi 30 años, el Centro de Servicios de Tzu Chi en Phoenix ha sido un colaborador importante del “United Food Bank” del gobierno de Arizona. Durante un largo tiempo, los bancos de alimentos mantuvieron la distribución de comida cada viernes de la semana. Luego, los voluntarios de Tzu Chi debían empacarla para su entrega. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 afectó la distribución y se tuvo que poner en pausa. Esto presentó un problema ya que la pandemia causó más desempleo, lo que aumentó la necesidad de ayuda. Debido a esto, Tzu Chi y otras organizaciones ajustaron sus protocolos y reanudaron su operación. El aumento en el desempleo también motivó al gobierno a asignar un fondo adicional a los socios del banco de alimentos, y así poder satisfacer la demanda.
El amor se encuentra a la vuelta de la esquina
A principios de año el Centro de Servicios de Tzu Chi en Phoenix aplicó para un fondo de 10,000 USD con el fin de proveer más ayuda. El 15 de febrero, los voluntarios iniciaron con la compra de los ingredientes necesarios para preparar la comida y así poder aumentar la distribución. Ese día, los voluntarios compraron alrededor de 1,000 libras de alimentos incluidos; 150 libras de cebollas, 100 libras de papas, 50 libras de zanahorias, alrededor de 150 libras de vegetales y frutas, y aproximadamente 500 libras de leche de almendras y cereales para el desayuno.
Curiosamente, mientras los voluntarios realizaban la compra en una de las tiendas de mayoreo, Amy Chen, una voluntaria, conoció a Ana quien se encontraba dando muestras de producto. Ana preguntó cómo podía ella recibir ayuda de Tzu Chi.
¡Gracias a Dios que los conocí hoy!
Ana encontró lo que necesitaba por casualidad. Ella le dice a Amy: “¡Estoy muy feliz! A veces es difícil entender la situación de una mujer soltera. No tengo esposo ni ayuda. Debo trabajar duro yo sola.” Amy le proporcionó la información para la ayuda que necesitaba.
Cabe mencionar que Tzu Chi mantuvo su funcionamiento, incluso antes de recibir los fondos del gobierno. Los voluntarios del Centro de Servicio buscaron comida saludable–como vegetales y frutas–para proveer a los beneficiarios con una dieta balanceada. Es por esta razón que ya varios de los empleados en las tiendas reconocían los uniformes azul y blanco característicos de Tzu Chi.
Esta rutina semanal se ha convertido en una luz de esperanza para muchas personas. Los voluntarios seleccionan cuidadosamente los mejores ingredientes y demuestran su más sincero interés por cada ciudadano que viene a recolectar alimentos. Cada uno de ellos trabaja cada día con el afán de que la compasión y la belleza de ayudar a los demás se propaguen en los corazones de todos.
