Parte de nuestra campaña Unidos en la Distancia, #MiMascarillaMiHistoria, incluye una colección de historias de personas, que de alguna manera han sido impactadas muy de cerca por la pandemia del COVID-19. Las vivencias contadas por quienes las experimentaron. Los que se ofrecieron como voluntarios, los que donaron y los que recibieron ayuda de parte de Tzu Chi.
Traducido por Gerardo Bonilla
Editado por Maribel Suárez
“Al principio [de la pandemia], no podíamos encontrar mascarillas en el mercado y había escasez de ellas, incluso para los trabajadores médicos de primera línea [de riesgo]. Estaba realmente preocupado por ellos; si los trabajadores médicos en primera línea no pueden protegerse, ¿Qué hay de nosotros?”
“[Al mismo tiempo,] nuestros voluntarios tuvieron un chat grupal de LINE. Alguien en el chat preguntó si alguien tenía una máquina de coser para prestar. Como tenía una, les pregunté, qué querían hacer con ella. Dijeron, que querían hacer mascarillas de tela. Cuando escuché eso, dije: ¡Me gustaría unirme!’ Entonces, me agregaron al equipo de fabricación de mascarillas de tela .”
“Nos dividieron en grupos. Cada uno de nosotros se encargaría de diferentes tareas, incluida la compra de material, el suministro de agujas e hilo y el recorte de la tela de acuerdo con los patrones. Principalmente soy responsable de coser, así que los voluntarios del equipo me traerán los productos semiacabados y se llevarán los productos terminados.”
“Todavía recuerdo los desafíos de la hermana Rita para conseguir la tela. Todas las tiendas estaban cerradas en ese momento [debido a la pandemia], así que le pidió de favor a los dueños de las tiendas de telas para abrir y dejarnos comprar material. Durante un tiempo, el algodón escaseaba. Todos los voluntarios rebuscaron en sus hogares para encontrar telas de algodón sin usar para contribuir.”
“Estoy acostumbrado a coser y reparar. Hice las cortinas en mi casa y también he adaptado la ropa de mi esposo cuando es demasiado pequeña o demasiado grande. También he tomado las clases de costura de educación continua de Tzu Chi. Tengo casi ochenta años, ¡pero mis ojos están bien! Puedo terminar alrededor de 12 por día.”
“Los voluntarios solo necesitan darse muestras de mascarillas. Puedo averiguar cómo hacerlas sin ver un video instructivo. Los gorros quirúrgicos, para los trabajadores médicos de primera línea tampoco son demasiado difíciles. Cuando escuché, que a muchos médicos y enfermeras les gustó nuestro producto, tomaron fotos con ellos e incluso nos escribieron tarjetas de agradecimiento, me sentí muy contenta. Espero que las mascarillas y gorras puedan proteger su salud y seguridad.”
“La Venerada Maestra Cheng Yen dijo una vez, ‘cuanto más hacemos, más ganamos’. Cuando mi atención se centró en [la fabricación de mascarillas], mi ansiedad disminuyó. Creo que cuando estoy ayudando a otros, en realidad soy yo quien recibe ayuda. Me ha ayudado a calmar mis ansiedades mientras me refugiaba en mi propio lugar.”
“Estoy feliz de que no sea demasiado tarde para ser parte de Tzu Chi. Me uní a la edad de cincuenta años, así que puedo caminar por el camino del Dharma de Tzu Chi por el resto de mi vida. Me siento muy afortunado y bendecido. Pero quiero transmitir la misión a los voluntarios más jóvenes. Ya tengo 76 años y necesito pasar más tiempo en casa cuidando a mi esposo de 90 años.”
“Sin embargo, ¡sigo siendo una voluntaria feliz! Haré todo lo posible siempre que los voluntarios de Tzu Chi necesiten ayuda, porque estamos dedicados a la misión de Tzu Chi y poder hacer cosas buenas es lo más feliz de la Tierra”
Un-Chyong Yang es una voluntaria de Tzu Chi del Noroeste y actualmente, está en su equipo de fabricación de mascarillas y gorras de tela. Por ello cose y distribuye mascarillas y gorras de tela a hospitales locales, centros para adultos mayores y más. Tiene 76 años. Descubra la colección completa #MiMascarillaMiHistoria aquí, y ayúdenos a hacer más para apoyar a los héroes de la salud e inspirar compasión a través de nuestra recaudación de fondos Unidos En La Distancia.
