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Solidaridad en Acción: Tzu Chi Brinda Esperanza tras los incendios en el Sur de California

Oficina Nacional  |  14 Enero, 2025
Ikung Sun, de 81 años, se conmueve al abrazar a los voluntarios que acuden para ayudarla. Foto/Shuli Lo

Escrito por Jennifer Chien
Traducido al español por Maria Pacheco
Editado por Gabriela Guandique

En una mañana fría en el Centro de Servicios del Valle de San Gabriel de Tzu Chi en El Monte, la cocina estaba llena de actividad. James Chen, el director del centro y cocinero experto, abrió el refrigerador en busca de ingredientes: col china y hongos de albaricoque. Mientras tanto, otros voluntarios cortaban con destreza trozos de tofu seco. “También hay una col muy crujiente en el refrigerador”, señaló uno de ellos, sumándose al trabajo en equipo.

La atmósfera era un ejemplo de solidaridad. Cada uno tenía una tarea asignada, y bajo la dirección de James Chen, el equipo transformó los ingredientes en deliciosas comidas vegetarianas. Tan pronto como los almuerzos estuvieron listos, los voluntarios comenzaron a empaquetarlos cuidadosamente en recipientes térmicos. Su destino: las familias Dharma y miembros de la congregación afectados por los devastadores incendios forestales.

Desde el 8 de enero, los voluntarios del Centro de Servicios del Valle de San Gabriel de Tzu Chi en El Monte han brindado apoyo continuo a quienes quedaron sin electricidad debido a los incendios. El 10 de enero, el esfuerzo se intensificó. Además de preparar comidas calientes, los voluntarios también distribuyeron paquetes de cuidado especial enviados por la Maestra Cheng Yen y las Maestras de la Morada Jing Si.

Ese día, los voluntarios se dirigieron a los distritos del norte de Arcadia y Monrovia, zonas que enfrentan órdenes de evacuación. En Arcadia, se emitió un Aviso de Evacuación Nivel 3, indicando que todos debían abandonar el área de inmediato. En Monrovia, un Aviso de Nivel 2 advertía que la evacuación podía ser necesaria en cualquier momento. Sin embargo, muchos residentes y voluntarios no podían abandonar sus hogares debido a diversas dificultades.

Voluntarios de Tzu Chi ayudan a hermanos sobrevivientes de los incendios

En la madrugada del 8 de enero, Ikung Sun abrió la puerta de su hogar y observó, con inquietud, el humo que se alzaba desde el otro lado de la montaña. A la 1 de la mañana, la policía llamó a su puerta en tres ocasiones, advirtiéndole de la necesidad de evacuar de inmediato. Junto a su esposo, ambos de avanzada edad, descendieron la montaña en su vehículo, acompañados por sus dos perros. Al llegar al pie de la colina, encontraron un estacionamiento repleto de automóviles de familias evacuadas, exhaustas tras una noche difícil descansando en sus coches.

Ikung, de 81 años, relató: “Por la mañana, mi hijo me llamó y dijo: ‘Mamá, ten cuidado, la montaña detrás de nosotros está en llamas’. Al principio, no me alarmé demasiado, pensando que era la segunda vez que la montaña se incendiaba. Sin embargo, el fuego creció rápidamente, avanzando desde la cima. Mi hijo mayor, que estaba como voluntario en la estación de policía, me advirtió: ‘Mamá, debes prepararte para evacuar’. No pasó mucho tiempo antes de que la policía golpeara nuestra puerta; era medianoche y no había electricidad en casa. Nos movimos a tientas en la oscuridad, recogiendo documentos de identificación, ropa y, lo más importante, nuestros medicamentos, antes de subir al coche. Al salir, el estacionamiento estaba lleno; apenas encontramos un lugar para aparcar. Luego nos dirigimos a una de las tiendas de mi hijo y estacionamos frente al local. Esa noche, dormimos en el coche”.

Regresar a casa: Una decisión llena de riesgos

Ikung Sun habla sobre la experiencia de evacuar su hogar y cómo, al final, se sintió más cómoda regresando. Foto/Shuli Lo
El santuario budista de la familia de Ikung Sun. Foto/Shuli Lo

Ikung Sun y su esposo tomaron la difícil decisión de regresar a su hogar, a pesar de las advertencias. En la intersección que llevaba a su calle, un oficial de policía les dijo con seriedad: “Pueden volver, pero la responsabilidad de su seguridad recae en ustedes. Ya no será como antes. Si el fuego vuelve a arder, no tocaremos a su puerta. Tendrán que hacer sus propios arreglos”.

La ausencia de futuras notificaciones de evacuación por parte de las autoridades significaba que regresar era asumir un riesgo personal. Aun así, Ikung y su esposo, decidieron volver. “Fuimos la única familia en toda la calle que regresó. Fue bastante aterrador. Este incendio fue realmente espeluznante, porque el viento era demasiado fuerte”, relató Ikung con un tono grave.

El miedo se intensificó al observar la magnitud del desastre. “Ese día, mi hijo me llevó a un lugar muy alto para mirar hacia abajo. Parecía que el fuego estaba apagado, pero por la noche, podías ver las cenizas parpadeando en la oscuridad. Mientras sople el viento, esas cenizas volverán a arder. Por eso, regresar ha sido muy arriesgado para nosotros”, explicó, con una mezcla de resignación y valentía.

Las palabras de Ikung pintan un cuadro sombrío de la realidad que enfrentan muchas familias en las áreas afectadas por los incendios forestales en Los Ángeles. Aunque algunos buscan consuelo en la familiaridad de sus hogares, el peligro de las llamas, avivadas por los implacables vientos, sigue latente, manteniendo a la comunidad en constante incertidumbre.

Incluso sin incendios, los fuertes vientos causan enormes daños a algunas casas, árboles y vehículos. Foto/Shuli Lo

El fuego que cambió todo: Testimonio de Ikung Sun

Ikung Sun aún no logra procesar completamente lo vivido. “Es la primera vez que me enfrento a algo así en los últimos treinta años desde que me mudé a Estados Unidos”, comentó, con la voz temblorosa. La tragedia de los incendios forestales dejó una marca imborrable en su comunidad. “Algunas personas están realmente en una situación muy lamentable; sus hogares quedaron reducidos a cenizas, no les quedó nada. Ni siquiera pudieron escapar a tiempo. No puedo imaginar cómo sobrevivirán a partir de ahora.”

¡No puedo imaginar que alguna vez me encontraría con algo tan terrible en mi vida, tener que abandonar mi hogar! ¡Es realmente el Buda Amitabha!,(conocido como Buda de la luz infinita). Tenía miedo, pero ya pasó todo. Espero que todos podamos regresar a casa sanos y salvos.

Entre el miedo y la gratitud: El relato de Lingling Hsu

Tras casi tres días de apagones, la electricidad finalmente volvió a la casa de Lingling Hsu a las 3 de la madrugada del 10 de enero. Aunque había preparado una maleta y estaba lista para evacuar en cualquier momento, lo que más la conmovió fue la llegada de James Chen, director del Centro de Servicios del Valle de Tzu Chi en El Monte, acompañado por un grupo de voluntarios que acudieron a brindarle apoyo.

“Estos días nos hemos sentido completamente aislados del mundo exterior, sin electricidad ni internet,” compartió Lingling, conmovida. “Envidio mucho a los voluntarios que participaron en las actividades de ayuda tras los incendios. Yo también quería ser parte de eso. Desde mi casa, veía el humo denso y recibía varias alertas en mi celular advirtiendo de la necesidad de evacuar. Estaba realmente nerviosa. Pero hoy, ver a James Chen liderando al equipo de ayuda para venir a confortar a las familias Dharma me llenó de gratitud y alivio. ¡Todas mis preocupaciones y miedos se han desvanecido!”

Lingling recordó con detalle los días previos: “Durante estos dos días, estuve asustada y ansiosa. Aunque cada año soplan vientos ardientes, este año han sido especialmente fuertes. Estuvimos más de dos días sin electricidad ni conexión a internet, y parecía que un tifón soplaba afuera, como los que solía experimentar en Taiwán. No sólo tenía que preocuparme por el viento, sino también por el fuego.”

La situación seguía siendo crítica. “Los helicópteros han estado patrullando la zona, lo que demuestra que el peligro no ha sido completamente eliminado. Todavía debemos estar muy atentos. Hoy recibimos alertas de emergencia recordándonos que podríamos tener que evacuar en cualquier momento,” añadió Lingling, con una mezcla de precaución y esperanza.

En medio de esta incertidumbre, la atención constante de los voluntarios de Tzu Chi fue un faro de luz. “Afortunadamente, los voluntarios de Tzu Chi han estado llamándome. Eso me ayudó a sentirme menos sola en estos días tan difíciles”, concluyó Lingling, agradecida por la compasión que la rodeaba incluso en los momentos más oscuros.

Aunque el viento ya no sopla, el fuego sigue ardiendo. Estoy muy agradecida por el cuidado y la preocupación de todos. Aunque hace mucho frío por la noche cuando se corta la electricidad, me siento muy bendecida por su cuidado y preocupación.

La historia de Fengli Huang

En lo alto de una colina en Monrovia, donde los osos son visitantes frecuentes en busca de comida, se encuentra la casa de Fengli Huang. A solo cinco millas del incendio y a dos cuadras de una posible orden de evacuación, Fengli vivió días de incertidumbre y oscuridad. Durante tres días, su hogar estuvo sin electricidad, hasta que finalmente el servicio fue restaurado la madrugada del 7 de enero. Sin embargo, la amenaza de que la compañía eléctrica corte nuevamente la energía por razones de seguridad sigue latente. Para prepararse, Fengli salió a comprar luces LED recargables, con la esperanza de evitar quedarse completamente a oscuras nuevamente.

“La electricidad no volvió hasta las 3:30 de la madrugada. Nunca había vivido algo así desde que me mudé a Estados Unidos. ¡Fueron 57 horas sin luz!”, recordó Fengli. “Escuché que, debido a los fuertes vientos, muchos árboles y líneas eléctricas cayeron, y para evitar incendios en los cables, se realizaron cortes obligatorios de energía. Nunca pensé que estaríamos sin electricidad tanto tiempo. Toda nuestra casa estuvo en completa oscuridad durante dos días, hasta que mi hijo sugirió que usáramos luces LED recargables y colocamos una en cada habitación. ¡Fue un gran alivio!”.

Desde su ventana, Fengli observa la realidad que la rodea. “Estamos a unas cinco millas del incendio, y desde la sala puedo ver el humo. No veo las llamas, pero el humo también es aterrador. Ya hemos empacado todo. Si un bombero toca la puerta, estaremos listos para evacuar.”

Aunque Fengli lamenta no haber podido unirse al equipo de voluntarios de Tzu Chi en El Monte, quienes prepararon comidas calientes y brindaron refugio a los afectados, sigue inspirada por su labor. “Me da pena no haber podido participar, pero estoy muy agradecida por el esfuerzo de todos los voluntarios”, expresó con sinceridad.

Mientras el humo y el polvo continúan envolviendo la región, los voluntarios de Tzu Chi siguen llevando esperanza y cuidado a quienes más lo necesitan, acompañándolos con amor en estos días oscuros.

Pan y bolitas de arroz, un desayuno rico con sabores chinos y occidentales, todo cuidadosamente diseñado y combinado por voluntarios. Foto/Shuli Lo
Los paquetes de alimentos contienen fideos instantáneos, cereales multigrano, cereales de arroz y galletas preparadas por los maestros de la Residencia Jing Si Jing. Foto/Shuli Lo

Tzu Chi Responde a los Incendios: Un llamado a la acción y la solidaridad

Ante los devastadores incendios en el sur de California, Tzu Chi estableció con urgencia un Centro de Atención para coordinar esfuerzos y brindar apoyo inmediato a las comunidades afectadas. Con la seguridad como prioridad, los voluntarios movilizaron recursos de manera eficiente, logrando un impacto significativo en tiempo real. Visitaron múltiples refugios, entregaron agua y comidas a familias que enfrentan apagones, y colaboraron con el gobierno local para distribuir mascarillas N95 y mantas ecológicas a los sobrevivientes más necesitados.

La Maestra Cheng Yen, profundamente preocupada por la situación, llamó a la reflexión colectiva, instando a la práctica del ayuno y el vegetarianismo como medios para aliviar los desórdenes climáticos y traer paz al corazón de las personas. Además, invitó a todos a unirse en pensamientos positivos y oraciones por el pronto fin de la catástrofe.

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