Adaptado al español por María Pacheco Valles
Editado por M. Carolina Saheli
Desde el 5 al 7 de marzo, un grupo de voluntarios de Tzu Chi viajó hasta la ciudad de Nurdağı, ubicada en la provincia turca de Gaziantep para organizar y ejecutar una distribución de ayuda a los sobrevivientes del terrible terremoto ocurrido el 6 de febrero y que cobró la vida de miles de personas y destruyó la ciudad.
Durante esta distribución de tres días, Tzu Chi ayudó aproximadamente a 8,000 personas.
“Esta es la ciudad de Nurdağıi. Ahora está casi completamente destruida, los edificios casi se derrumban y el parque al lado se ha convertido en un área de tiendas de campaña”, comentó Jiaxin Li, reportero del Equipo de Inspección de Desastres de Tzu Chi. A pesar de la destrucción y las dificultades, los voluntarios de Tzu Chi trabajaron sin descanso decididos a ayudar a los sobrevivientes.
Sobrevivientes reciben ayuda
Antes de que la distribución empezara, muchos sobrevivientes se mostraron sorprendidos e incrédulos ante la generosidad de Tzu Chi. Después que los voluntarios hablaron con ellos y les explicaron el trabajo hecho por la fundación todos se tranquilizaron y esperaron pacientemente por el inicio del operativo.
“Recibí un mensaje de texto hace tres días. Pensé que era una estafa”, compartió Husut, un sobreviviente del terremoto, luego agregó: “Quería traer a toda la familia para que viniera a ver este operativo”.
A medida que el día transcurrió y la noticia sobre la distribución llegó a más personas, otros sobrevivientes se acercaron. Uno de ellos fue Hussein, quien llegó en bicicleta y le dijo a los voluntarios que perdió todas sus pertenencias durante el terremoto. “Monté mi bicicleta durante media hora para llegar hasta acá, mi casa quedó destruida y la bicicleta fue lo único que salvé”, dijo Hussein.
Al enterarse de que los voluntarios viajaron desde otros continentes para ayudar, muchos asistentes al evento se conmovieron ante tanta entrega y humildad. Los sobrevivientes del desastre estaban agradecidos por el genuino interés y el deseo de ayudar de Tzu Chi. Pero los sobrevivientes explicaron a los voluntarios de Tzu Chi que sería difícil para ellos usar las tarjetas porque la mayoría de los mercados colapsaron durante el terremoto.
“Gracias por su amor, pero debido a que BİM (una gran cadena de supermercados local) colapsó, todavía nos preguntamos dónde usarlo”, explicó Mu Si, uno de los sobrevivientes.
Los voluntarios de Tzu Chi ayudaron a los sobrevivientes a encontrar soluciones. Shimin Xiong, subdirector ejecutivo de la Fundación Benéfica Tzu Chi, dijo, “nos enteramos que el supermercado BİM está operando una tienda móvil, y sus furgonetas móviles permitirán que los afectados compren suministros”.
Voluntarios trabajan en un segundo día de distribución
Durante el segundo día de distribución, a los voluntarios de Tzu Chi se les hizo más fácil el trabajo debido a la experiencia ganada durante el primer día. Muchos sobrevivientes lloraron sobre los hombros de los voluntarios, quienes escucharon atentamente mientras relataban sus experiencias, y compartían abrazos, dándoles fuerza y esperanza.
Debido al gran número de sobrevivientes que asistió a la distribución, los voluntarios organizaron horarios para atender a todos. Shimin Xiong, subdirector ejecutivo de la Fundación Benéfica de Tzu Chi comentó: “En la distribución de hoy se atendieron aproximadamente a 2,400 personas, unas 200 personas en cada bloque de horario”.
Aunque la temperatura era de sólo 3 grados centígrados (37 grados Fahrenheit), el entusiasmo de más de 2,000 familias en Nurdağıi no disminuyó y los corazones de los voluntarios de Tzu Chi se llenaron de amor y calidez.
Llenando el corazón de amor
La familia Feili lamentó la pérdida de sus seres queridos y compartió su historia con los voluntarios: “Perdí a mi hija en el terremoto. En cuanto a mi hijo Ali su mano fue aplastada y ahora le resulta difícil caminar”, dijo el patriarca de esta familia.
Amira, una sobreviviente contó que perdió a su esposo, y Fátima, una voluntaria siria al escuchar su historia, colocó una mano sobre el hombro de Amira, como si las mejores amigas se estuvieran apoyando mutuamente. Amira dejó de llorar y sonrió con tristeza, diciendo: “Ahora tenemos que ayudarnos unos a otros. Ahora somos todos amigos”.
Muchos sobrevivientes, quienes perdieron todo durante el terremoto, ahora viven en refugios temporales. Sin embargo, estas carpas improvisadas no cuentan con los servicios necesarios para soportar el frío del invierno, razón por la cual muchos adultos y niños se enfermaron. A pesar de las circunstancias, algunos sobrevivientes como Hana siguen confiando. Hana comenta: “A veces todavía siento miedo cuando pienso en los terremotos. Esta es una prueba que nos ha dado Alá”.
Las tarjetas de débito entregadas por Tzu Chi y el amor demostrado por los voluntarios sirvieron para demostrar a los sobrevivientes que no están solos y que personas de todo el mundo están dispuestas a ayudarlos a transitar este duro momento.