Caminando por el camino del Bodhisattva

Cada año en este tiempo, siempre siento que la vida va y viene rápidamente. En el pasado, es posible que hayamos estado ocupados con la familia y el trabajo. Ahora que somos mayores, necesitamos reflexionar sobre nosotros mismos y cuidar nuestro bienestar físico y mental. 

Cada uno de nosotros necesita hacer un inventario de nuestra vida y aprovechar las causas y condiciones para avanzar en nuestra misión de difundir el Dharma y beneficiar a los seres sintientes. Con buenas enseñanzas, interactuamos más con los demás, guiamos a otros para que se corrijan a sí mismos y los guíen por el camino correcto. Cuando tenemos la fuerza, debemos dar más. Además de mejorar nuestras propias vidas, podemos ayudar a otros.

Hacer buenas obras no es privilegio de los ricos. Algunas personas han sido frugales toda su vida ahorrando dinero para tratar de comprar una casa. Pero cuando escuchan lo que estoy tratando de hacer por los seres sensibles que sufren en el mundo, dicen: “Quiero donar este dinero a la Maestra. Es importante que pueda lograr lo que quiere hacer primero”. ¡Este es el amor más sincero de un Bodhisattva! Al recibir una donación como esta, realmente puedo sentir el peso de tal responsabilidad.

Por ejemplo, una pareja había estado trabajando incansablemente como vendedores ambulantes, haciendo bollos fritos uno por uno durante más de veinte años. Justo cuando estaban a punto de comprar una casa, me dieron todo el dinero que habían ahorrado. Dijeron: “Mientras sigamos trabajando duro para ganar más, tendremos nuestra casa. Queremos que la Maestra ayude a otros que están sufriendo primero”. 

También había otras personas que trabajaban en trabajos diversos, ahorrando dinero lentamente para comprar pequeñas piezas de oro. Una vez que habían acumulado lo suficiente, hicieron que un orfebre fundiera el oro en una barra, almacenando su riqueza de esa manera. Al escuchar mi llamada, metieron la mano debajo de sus camas y sacaron las barras de oro una por una.

Incluso había personas que recogían piedras junto al mar y las clasificaban cuidadosamente. Vendieron las piedras en pequeños lotes, ganando unos pocos dólares taiwaneses, acumulando sus ahorros en pequeñas cantidades y convirtiéndolos en donaciones. Estas historias de belleza y bondad son historias verdaderas.

La vida es muy valiosa. Como voluntarios, ustedes han estado dando de sí mismos a través del trabajo de Tzu Chi para beneficiar a otros en este mundo. No solo estamos comprometidos a difundir el Dharma y beneficiar a los seres sintientes, sino que también aliviamos el sufrimiento y traemos alegría a los seres sintientes a través de nuestras acciones. Muchas actividades de Tzu Chi están sucediendo en diferentes países del mundo en este mismo momento, y nunca nos detenemos. 

Como dijo nuestro CEO, Yen Po-wen, “Los voluntarios de Tzu Chi dan de sí mismos en esta sociedad. Si tuviéramos que pagarles un salario incluso con el salario mínimo, ¡cuánto tendríamos que pagar cada día para cuidar a tanta gente pobre y sufriente!” Esto realmente muestra la pasión de todos. Los Bodhisattvas vivos dan sin pedir nada a cambio.

Realmente les debo mucho a todos. Por lo tanto, debo trabajar aún más duro. Debo practicar más diligentemente en el Camino del Bodhisattva vida tras vida para que ninguno de ustedes abandone el camino en ninguna de las vidas. Se necesitan incontables vidas para que alcancemos la Budeidad. El Camino del Bodhisattva no se puede lograr en una sola vida, así que espero que todos me sigan.

En el Sutra del Loto, la Parábola de la Ciudad Conjurada habla de un grupo de comerciantes que estaban en un negocio comercial. Caminaron una larga distancia para comerciar. Cuando se cansaron y no pudieron caminar más, consideraron regresar. Un maestro sabio estaba allí para guiarlos y les dijo: “No regresen. Hay una abundancia de tesoros por delante”. Todos miraron hacia adelante y dijeron: “¡Oh! El tesoro está cerca”. Entonces, tomaron un descanso, repusieron su energía y comenzaron a caminar hacia adelante nuevamente.

A medida que pasamos por una vida tras otra, también tomamos descansos. ¿Cuándo tomamos descansos? Muchos voluntarios, al compartir, siempre dicen: “Quiero seguir haciendo el trabajo de Tzu Chi hasta que exhale mi último aliento”.

Al partir de esta vida, podemos descansar brevemente, y luego entrar en otra. En nuestra nueva vida, esperamos ir a una familia con buenas causas y condiciones para que podamos regresar rápidamente al Camino del Bodhisattva, y continuar haciendo el trabajo de Tzu Chi vida tras vida.

“Tzu” se refiere a la bondad amorosa, la compasión, la alegría y la ecuanimidad. “Chi” se refiere a proporcionar alivio a los seres sintientes. Juntas, estas palabras abarcan el espíritu de “difundir el Dharma y beneficiar a los seres sintientes” y trabajar “por las enseñanzas de Buda, por los seres sintientes”. Hemos alcanzado realizaciones y nacemos humanos. Si caminamos hacia adelante en este camino centímetro a centímetro, eventualmente llegaremos a nuestro destino después de caminar durante mucho tiempo. El viaje de mil millas comienza en el primer paso. Debemos apuntar hacia la dirección correcta desde el principio.

Hay dos esculturas en forma de pie en mi escritorio. Estos dos pies apuntan hacia un gran mapa del mundo. Representan cómo comenzamos desde Taiwán y vamos al mundo para difundir las semillas del amor en todas partes. Como les he recordado constantemente a todos ustedes, este es el camino correcto, el camino hacia la Budeidad.

El camino hacia la Budeidad comienza desde el Camino del Bodhisattva. Debemos caminar por el Camino del Bodhisattva con la mayor firmeza y sinceridad en nuestros corazones, dando nuestra energía amorosa poco a poco y ejerciendo verdaderamente nuestro poder de amor.