Escrito por Daphne Liu
Traducido por Hernán Goicochea
Editado por Maribel Suárez
Mientras la orden de toque de queda permanece en efecto, los voluntarios Tzu Chi en el área metropolitana de Nueva York comenzaron a contactar a las personas mayores por teléfono para ver si necesitaban ayuda. Durante las llamadas telefónicas, se enteraron que debido al brote del COVID-19, muchos de ellos no habían salido a comprar sus víveres por el riesgo de contagio al coger transporte público.
Sansan Chiang, una de las voluntarias, no podía soportar la idea de que estas personas mayores se preocuparan de cómo obtener su próxima comida. Entonces ella, y su esposo Eric, decidieron formar un equipo de voluntarios para empaquetar alimentos, y entregarlos a aquellas personas en necesidad, dejándolo en las puertas de sus casas.
El primer equipo, formado por la pareja Chiang junto a otro voluntario Peter Chu, llegaron a las oficinas de Tzu Chi Nueva York por la mañana para organizar y empacar los alimentos, preparándose para distribuir bolsas llena de comida a las personas de tercera edad quienes viven solas en un edificio de apartamentos en Queens. Eric Chiang sabía que sus hijos estarían preocupados, ya que llamaban todos los días para recordarles que no salieran mucho. Sin embargo, la pareja insistió en unir sus esfuerzos para ayudar a las personas con necesidad.
Antes de preparar los paquetes y hacer las entregas, cada voluntario se aseguró de ponerse una bata protectora deshechable, dos capas de guantes, mascarillas y gorras. Hasta envolvieron sus teléfonos celulares en plástico transparente para prevenir el riesgo de infección. Sansan antes solía trabajar como enfermera, y estaba muy familiarizada con todos los pasos para reducir el riesgo de contraer infecciones. De hecho, les mostró al resto de voluntarios cómo ponerse y quitarse los guantes correctamente.
Para que los beneficiarios tengan tranquilidad. Cada vez que salimos a trabajar, debemos tener mucho cuidado para protegernos aún más.
ansan Chiang Voluntaria de Tzu Chi en Nueva York
Los víveres no perecederos incluyen frijoles, nueces, papas y vegetales enlatados. Los cuales fueron elegidos después de considerar su valor nutricional y duración de almacenamiento. Los voluntarios además agregaron copias de Tzu Chi Journal (un revista que publica la fundación todos los meses) es material de lectura y les ofrecerá apoyo moral.
Para darle un toque final, Eric Chiang pegó stickers con el logotipo de Tzu Chi en el exterior de cada bolsa. Aunque le tomó bastante tiempo en hacerlo, lo hizo teniendo puesto los guantes y la bata protectoras que inhiben sus movimientos.
Realmente entiendo el arduo labor que hacen los trabajadores de salud. Tienen que usar ropa protectora durante todo el día, es muy incómodo. Estas pequeñas cosas que estamos haciendo realmente no es nada en comparación con lo que [ellos] hacen.
Eric Chiang Voluntario de Tzu Chi en Nueva York
Teniendo todo listo, Eric y Sansan condujeron hasta el edificio de apartamentos ubicado a unos cuatro kilómetros de la oficina Tzu Chi. Al acercarse al edificio, la pareja se encontró con Susan Su, otra compañera voluntaria que vive en el edificio. Ambos la saludaron con entusiasmo. Aunque llevaban puesta mascarillas y gafas protectoras, eso no les impedía expresar su sincera alegría y gratitud de poder ayudar a las personas de tercera edad.
Irene Chen miembro de la asociación de propietarios, había estado monitoreando el estado de los residentes en el edificio, llamando a diario para asegurarse de que estén bien. Chen también esperaba la entrega de los víveres, para organizar la entrega, para muchos la situación resultó difícil y nos explica, “Todos están muy contentos de saber que están entregando los víveres el día de hoy. Algunas personas habían comido sólo repollo durante más de diez días. Las tres cajas de huevos que nos dio un vecino eran valiosas que no queríamos comerlas. Estamos realmente agradecidos con Tzu Chi “.
La cuarentena es la que afecta más a las personas ancianos. No solo tienen que preocuparse por su salud, sino también por la falta de alimentos porque no pueden salir a comprar. Realmente necesitan ayuda.
Iris Chen Member of Homeowner’s Association
Para prevenir cualquier tipo de infección, los voluntarios entregaron la mayoría de los nueve paquetes de víveres (cada uno pesaba más de 5 kilos) a la asociación de propietarios. Luego, ellos repartieron a los ocupantes del edificio. Al recibir su paquete de comida, uno de los condóminos exclamó “demasiado, demasiado”, mientras llevaba una amplia sonrisa, obviamente agradecido por la ayuda.
Susan Su decidio entregar personalmente uno de los paquetes alimentario a la abuela Ma, una señora de 90 años con problemas de la vista y oído quien vive sola en uno de los apartamentos. Tras llegar a la puerta, Susan esperó cinco minutos después de tocar el timbre. Luego, le pidió a la asociación de propietarios que llamaran a la abuela por teléfono para avisarle que había alguien en la puerta.
Cuando la abuela Ma finalmente abrió la puerta, reconoció a Susan agradeciendo por el paquete. Esta vulnerable anciana es solo un ejemplo de las muchas personas mayores en riesgo durante la pandemia del COVID-19.
De hecho, fue una gran bendición que Susan Su residiera en el edificio. Cuando los casos de COVID-19 comenzaron a aumentar en Nueva York a mediados de marzo, Susan contactó a la asociación de propietarios del edificio pidiendo autorización, para recibir y distribuir víveres a los ancianos.
Aunque tenga que quedarme en casa y no tener tantas oportunidades de ser voluntaria, con mi teléfono, todavía puedo realizar buenas obras.
Susan Su Tzu Chi New York Volunteer
Al ser testigos de las necesidades de los adultos mayores que viven solos en este edificio, la fundación Tzu Chi ha decidido ponerse en contacto con otras empresas que se dedican a la distribución de alimentos. Solicitando su cooperación, para proporcionar víveres en varias comunidades.
Este pequeño equipo de voluntarios continuarán entregando víveres a las personas de tercera edad mientras dure la pandemia.